
Conectar con la naturaleza o biofilia, es la necesidad que tiene el ser humano de unirse a la naturaleza, y es que de ella, dependemos todas las especies.
Esta necesidad puede parecer efímera, pues vivimos en una era donde la tecnología se ha apoderado de nosotros, tanto que seguramente si nos quitan el móvil o cualquier medio de comunicación tecnológico, estamos perdidos. El consumismo es la necesidad que prevalece y los centros comerciales, prácticamente han “sustituido a la naturaleza”.
Puede que esto último parezca algo exagerado, pero hablo con conocimiento de causa. Contándolo abreviadamente, tras mis 20 años trabajando en un centro comercial, he podido comprobar cómo sus pasillos se llenaban de un alto porcentaje de familias paseando, lo que indicaba que la balanza se había inclinado claramente por encerrarse en un edificio y no por caminar por la naturaleza, un parque, ir a un merendero con los peques…
Todo esto conlleva que el ser humano no se dé cuenta de las cosas realmente importantes, entre las que está la salud, la de nuestra descendencia, círculo de amistades… pero no sólo la salud física por hecho de caminar o jugar, es más, la salud mental es la que prácticamente está abandonada y probablemente sea la más importante.
Por supuesto que los avances tecnológicos son buenos y excepcionales para el ser humano y todos sus ámbitos, desde el trabajo hasta la comunicación con otras personas, necesitamos la tecnología para seguir avanzando, descubrir, curar… pero no podemos olvidarnos de la principal fuente de energía, salud, emociones, sensaciones… La naturaleza.
Contar con una buena salud mental ayuda a combatir el estrés, a dejar volar la imaginación… y por supuesto, ayuda a ser más feliz.

La naturaleza es el origen de la vida
La Tierra, ese planeta que nos permite pasar nuestra vida en él y aunque haya personas que se empeñen en pensar lo contrario, no nos pertenece. Estamos aquí de paso y todo aquello que hagamos, ya sea en su beneficio o perjuicio, será heredado por las generaciones venideras.
Antes de grandes ciudades, imperios, fábricas, vehículos, etc, tan sólo existía naturaleza, seres vivos de todo tipo que habitaban La Tierra, es decir, animales, plantas, humanos… Ahora, para la mayoría de los seres humanos es como si esa naturaleza no existiera, es como algo que forma parte del entorno pero ya está, algo a lo que no hay que hacer mayor caso y en realidad es todo lo contrario, pues necesitamos la naturaleza y sus recursos para vivir.
Te interesa leer: «El poder de los elementos reside en ti».
¿Cómo puedes conectar con la naturaleza?

Imagen de jcomp en Freepik
Hay muchas maneras de conectar con la naturaleza, pero lo más importante es que creas en ello y que realmente quieras hacerlo, que quieras comprobar cómo de poderosa y sabia es la naturaleza y observar cómo tu ser absorbe todos los beneficios que te aporta.
Son muchas ocasiones en las que el ser humano hace de las cosas más sencillas las más complicadas, siendo conectar con la naturaleza uno de ellos, pues en este sentido nuestra mente nos lleva a imaginar un bosque perdido, un gran lago, un inmenso parque natural, zonas protegidas, etc., cuando realmente, aún viviendo en grandes ciudades, podemos encontrar (está claro que en otra magnitud) esa conexión con la naturaleza que necesitamos.
Me voy a poner como ejemplo de esto:
Hace varios años decidí dejar la ciudad y por suerte, encontré un lugar alejada de ella que nos permite a mi familia y a mí tener ese contacto con la naturaleza que buscábamos. Cada día camino con mi hija de 3 años hasta la parada de autobús para ir al colegio, es un trayecto de aproximadamente 10 minutos que nos llena de sensaciones maravillosas. Al salir de casa dirigimos nuestra mirada al cielo y muchas veces, allí está esperándonos la preciosa luna,
“¡buenos días Luna, vamos al cole!” – le decimos –
Seguimos nuestro camino mientras descubrimos el sol en el lado opuesto de la luna, observamos el vuelo de los pajarillos y sus cantos, el revoloteo de las mariposas y un nuevo hallazgo… caracoles que se desplazan lentamente buscando un rinconcito para tomar el sol, comida o un refugio para descansar, y es esto lo que percibe mi pequeña cuando los ve. Nos paramos y agachamos para verlos con detenimiento, les saludamos y después continuamos nuestro camino.
Es a través de mi pequeña que puedo pararme un momento en el camino y disfrutar de contarle cómo vive ese caracol al que estamos diciéndole “hola caracol”. Esto es una conexión exprés, pero si después de vivirla te paras a analizarla es mucho más que eso, es tan sólo el principio…
Sentir cómo los ojos, las manos, la capacidad de percepción de los más pequeños ante la naturaleza… es algo muy complicado de explicar, incluso haciéndolo con palabras, no llegaría ni a asemejarse a lo que son capaces de percibir e intentar transmitir. Por ello, si tienes la oportunidad de ir al parque más cercano a tu casa con estos pequeños exploradores, hazlo, permíteles que te enseñen cómo corre ese zapatero o cómo vuela esa mariposa.
Puedes conectar con la naturaleza de muchas formas y algunas de ellas son:
Mirar por la ventana o salir al balcón

Imagen de Wiroj Sidhisoradej en Freepik
Asomarte por la ventana o salir al balcón te permiten ver el cielo, en el que puedes comprobar diferentes tonos de color, si hay viento puedes escucharlo y sentir cómo acaricia a las hojas de los árboles. Si hay nubes comprueba su evolución, cómo se desplazan, cómo cambian sus formas o de color. Si llueve, deja que las gotas de agua caigan sobre tu piel, simplemente saca la mano por la ventana, cierra los ojos y déjate llevar. Si es de noche, observa las estrellas y busca la luna, es sorprendente en todas sus formas, tamaños y colores. Si el sol ya ha salido deja que sus rayos contacten con tu piel.
Añade vida a tu balcón con flores, plantas o pequeños árboles y disfruta de todos sus cambios.
Si tu vivienda no dispone de ventana o balcón que te permitan realizar esta conexión con la naturaleza, sal a buscarla, ve a la calle, busca una zona verde y empieza a conectar tu cuerpo con la naturaleza.
Caminar con los pies descalzos
Pon tus pies descalzos sobre la arena, la tierra o la hierba, olvida todos tus pensamientos y siente… Respira profundamente y notarás esa conexión con la naturaleza que te aporta una satisfacción especial. Una sensación que puede equipararse a la de un bebé que por primera vez toca con sus pies o manos estos elementos.
Si has visto la película Rapunzel, es la sensación que tiene ella al salir por primera vez de su casa y pisar descalza la hierba.
Eso sí, para poder caminar con los pies desnudos es importante encontrar un lugar adecuado y limpio.
Toca, respira, escucha y siente

Foto de Vero Manrique en Unsplash
Busca un lugar donde los edificios, las fábricas y el tráfico sean los olvidados, un lugar donde poder sentarte, cerrar los ojos y sentir la brisa, dejar atrás todos tus pensamientos y escuchar los sonidos que te rodean y descubrir de qué se trata, acariciar el entorno y comprobar que está lleno de texturas únicas, respirar los diferentes olores que te pueden proporcionar la naturaleza y dejarte llevar, descubrir animales, insectos, bichitos, etc., que nunca antes habías visto.
Practica la arteterapia
Pinta piedras que hayas cogido mientras paseabas, fotografía paisajes, cielos, animales, plantas, etc., dibuja al aire libre pues tu plantilla es todo aquello que ves, recoge frutos para elaborar un postre… La arteterapia está llena de posibilidades ¡aprovéchalas!

Agradecimientos imagen header: Foto de Joshua Earle en Unsplash